A menudo nos encontramos con la dificultad que supone proteger las superficies metálicas en exteriores (vallas, rejas, puertas, etc.), ya que son especialmente vulnerables a las condiciones climáticas adversas (fuertes lluvias y granizos, sol…) y suelen oxidarse, y, con ello, sufrir roturas en su estructura. El proceso de oxidación de una superficie metálica es aquel consistente en la reacción química que se produce cuando el metal pierde electrones y se convierte en un catión (carga positiva), que, expuesto a un exceso de oxígeno en el ambiente (aniones) produce los óxidos, que tienen colores rojos, amarillos y anaranjados.
Por eso, debemos emplear técnicas concretas que aseguren el cuidado de las condiciones de las superficies metálicas:
1. Preparar la superficie metálica:
Si la superficie metálica ya está oxidada o corroída ligeramente debemos eliminar el óxido restante con una lija o un cepillo con alambres.
Sin embargo, si esta superficie es plana o hay gran cantidad de óxido debemos aplicar un decapante tras haber lijado la superficie previamente y haber eliminado los restos de óxido. Cuando lo apliquemos veremos que se crean burbujas en la superficie. Debemos esperar el tiempo indicado en las instrucciones del decapante que hayamos escogido y entonces debemos retirarlo con la ayuda de una espátula pequeña o un cepillo de cerdas metálicas. Finalmente, debemos lavar con agua la superficie metálica para que la superficie quede totalmente limpia y se neutralice del todo la acción del líquido decapante. Para elegir qué decapante es el más adecuado para la superficie metálica que estamos preparando podemos consultar con especialistas como la tienda de pinturas de Elche (Alicante), que nos asesorarán según nuestras necesidades.
Si por el contrario la superficie está llena de suciedad, de grasa o de polvo debemos limpiarla con un producto desengrasante especializado que encontremos en una tienda de pinturas para que la pintura después pueda adherirse. Debemos limpiar la superficie con un trapo para que quede totalmente limpia.
2. Pintar la superficie
A diferencia de otros materiales, las superficies de metal no necesitan una capa de imprimación antes de la pintura. No obstante, deberíamos aplicar una capa de imprimación tras haber limpiado y decapado la superficie metálica si nos encontramos en un entorno cercano al mar, ya que la humedad influye considerablemente en la corrosión del metal y de esta forma nos aseguraremos una mejor protección de la superficie metálica pero también una mayor durabilidad.
La importancia de los esmaltes antioxidantes
El último paso a seguir consiste en pintar la superficie metálica con esmaltes antioxidantes. Podremos elegir entre una variedad amplia de colores y acabados. Debemos dar una o dos capas de producto para que quede uniforme.
Resulta interesante el hecho de que cada vez exista más variedad en los esmaltes antioxidantes, de modo que en la mayoría de superficies evitamos tener que dar la capa de imprimación y después la pintura de este tipo. Esto es posible gracias a la existencia de esmaltes antioxidantes con todo tipo de acabados y colores, que nos permiten que solo utilicemos un producto.
Los esmaltes antioxidantes son muy importantes en las superficies metálicas porque previenen la corrosión del material y permiten que prescindamos de capas de imprimación que tardan en secarse y ralentizan el proceso de mantenimiento de las superficies.
Además, lo interesante de este tipo de pinturas es que dejan una capa fina y uniforme que permiten un acabado profesional y resistente a todo tipo de factores climatológicos adversos.
Encontramos distintos esmaltes para metales, unos están fabricados con base de disolvente y otros están hechos al agua, por lo que podemos preguntar en tiendas de pinturas especializadas las cuales se ajustan mejor a nuestras necesidades.